lunes, 16 de enero de 2017

R.P. TRINCADO - SERMÓN EN EL SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA

Resultado de imagen para bodas de caná, cuadro
Bodas de Caná (detalle), Veronese, s. XVI

El Evangelio de hoy narra cómo Nuestro Señor hace su primer milagro, en unas bodas, convirtiendo agua en vino.

El agua que lava, que purifica, y que estaba contenida en recipientes para las abluciones rituales; significa la antigua religión judía, cuyos ritos figurativos caducaron cuando con Cristo llegó lo figurado. El vino que alegra los corazones representa, por su parte, a la religión católica, que nos da el gozo de la verdad completa y la felicidad eterna del Cielo. Eso en cuanto al simbolismo del agua y del vino.

Transcurridos casi dos mil años desde este primer milagro obrado por Jesucristo, sucedió algo increíble e inimaginable: el clero de la misma Iglesia Católica, invirtiendo aquél milagro, empezó a convertir el vino en agua. Cristo convierte al agua en vino y el demonio, remedando a Dios, convierte el vino en agua.

Tal como en las bodas de Caná, los sirvientes, por orden de Nuestros Señor Jesucristo, llenaron los recipientes con el agua que sería convertida milagrosamente en el más excelente vino; desde aquel fatídico concilio Vaticano II, los sirvientes de Cristo -esto es, los clérigos católicos-, movidos por el demonio, ponen aguas turbias en el vino purísimo de la doctrina católica, desvirtuando y contaminando la Verdad salvadora con el agua insípida, inútil o amarga de doctrinas puramente humanas (Mt 16, 23).


¿De dónde vino esto? ¿Quién ha sembrado cizaña sobre nuestro trigo y puesto agua a nuestro vino? El enemigo de siempre, el demonio, que desde el principio recurre a la estratagema de mezclar error en la verdad. Muy inteligente y muy astuto,“transfigurado en ángel de luz” (2 Cor 11, 14), no nos ofrece veneno puro, sino pan envenenado o vino aguado. “Es homicida desde el principio. No se mantuvo en la Verdad y no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo habla, pues es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44).

Dice Mons. Lefebvre en “El Golpe Maestro de Satanás”, que el diablo "es homicida en las persecuciones sangrientas y padre de la mentira en las herejías, en todas las falsas filosofías y en las palabras equívocas o engañosas que están en el origen de las revoluciones… El golpe maestro de Satanás está en difundir los principios revolucionarios introduciéndolos en la Iglesia por la autoridad la misma Iglesia, poniendo a esta autoridad en una situación de incoherencia y de contradicción permanentes… Satanás reina por el equívoco y la incoherencia, que son sus medios de combate por los que engaña a los hombres de poca Fe."

¿No es lo mismo que, mutatis mutandis, sucede en la FSSPX? En la Neo-FSSPX todavía hay obras, sermones y publicaciones excelentes, pero ella se mueve paulatinamente hacia el acuerdo con los herejes romanos. Somos testigos de la revolución en la Fraternidad, proceso de autodestrucción impulsado desde la misma cabeza de la congregación. El golpe maestro de Satanás ha llegado finalmente hasta el corazón del tradicionalismo. El humo satánico ha penetrado en el último reducto defensivo, por las grietas que excavaron los traidores desde el interior. Al igual que en la revolución de la Iglesia, la autoridad de la FSSPX se vale de un lenguaje deliberadamente ambiguo o equívoco para el logro de sus planes. La Fraternidad, al menos desde el 2012, vive notoriamente en la contradicción y en la incoherencia, y los que abiertamente se oponen a la traición son expulsados, pues “Satanás ha logrado verdaderamente un golpe maestro: logra hacer condenar a quienes conservan la fe católica por aquéllos mismos que debieran defenderla y propagarla” (ibíd.). En fin: el buen vino que Mons. Lefebvre había preservado, finalmente está siendo adulterado, convertido en agua sucia también.

Ya antes del Concilio, algunos liberales influyentes “estimaron que se debía buscar una vía nueva para universalizar a la Iglesia, es decir, para hacerla aceptable o agradable al mundo moderno tal como es con sus falsas filosofías, sus falsas religiones, sus falsos principios morales, políticos y sociales. Prefirieron dejar en la sombra la vía de la fe, demasiado intolerante con el error y el vicio y demasiado exigente, y que obliga al combate continuo al situar a la Iglesia y al ‘mundo’ en un estado de perpetua hostilidad…. Quisieron ‘desposar a la Iglesia con la Revolución’. Para la realización de este impío universalismo, de esta unión adúltera, era preciso”debilitar, desvirtuar, quitar su poder al vino; suprimiendo “lo que es distintivo y específico de la fe católica, lo que se opone de modo irreconciliable a ese ‘mínimo’ que permite la unión” (ibíd.) de los hijos de Dios y los hijos del diablo.

El mismo esquema se repite en la Fraternidad. El fin es, en este caso, “desposar a la FSSPX con Roma apóstata”. Se busca hacer agradable a la FSSPX, atractiva a los ojos humanos, aceptable para los liberales; de ahí que sus autoridades se esfuercen por presentarla como “inofensiva y simpática”, y por suprimir gradualmente lo que es distintivo y específico de la FSSPX, lo que se opone de modo irreconciliable a ese ‘mínimo’ que permite la unión con Roma liberal y modernista. “¿No se ven ya en la Fraternidad los síntomas de esa disminución en la confesión de la Fe?”, decían los tres Obispos al Consejo General en la carta de 7-4-12. Se desvirtúa el divino vino, es decir, se aminora su virtud, fuerza o poder mediante el agua de esas disminuciones traidoras, de esos silencios indebidos y de esa sistemática y calculada ambigüedad. El combate varonil tiende a ser reemplazado por el dialogo liberal mediante esos renovados contactos con Roma y esa estrategia maquiavélica de las reuniones “informales y cordiales” con distintos prelados “conservadores” en todo el mundo. 

Es preciso reconocer que la jugarreta ha sido bien hecha y que la mentira de Satanás ha sido utilizada maravillosamente. La Iglesia va a destruirse a sí misma por vía de la obediencia. La Iglesia va a convertirse al mundo hereje, judío, pagano, por obediencia… (ibíd..) Exactamente lo mismo hay que decir ahora de la FSSPX.

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Y su madre dijo a los sirvientes: «haced todo lo que Él os diga».

Pues bien, la Madre de Jesús, nuestra Madre, la misma que estaba allí, está aquí, está con nosotros, y va delante de nosotros en esta guerra. Sigamos su ejemplo y estemos estrechamente unidos a ella, la Virgen fidelísima, en este nunca imaginado Calvario de la gran crisis de la Iglesia, de pie, haciendo todo lo que Él nos diga. ¿Y qué nos dice Él en este momento terriblemente oscuro? Nuestro Señor Jesucristo nos dice y nos manda lo siguiente, por medio de Mons. Lefebvre en el último libro que escribió ("Itinerario Espiritual") y que contiene su última voluntad: “Para todo sacerdote que quiera permanecer católico, es un deber estricto el separarse de esta iglesia conciliar, en tanto que ella no regrese a la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la fe católica”.

Por eso en la Resistencia decimos a todos los que pretendan llevarnos hacia el liberalismo o hacia los liberales: ¡Vade retro Satanás!